— En mi
casa recibíamos una revista que se llama «Mundo Negro
»,
editada por los misioneros combonianos, y mi sueño de niño
era ser
médico para trabajar y ayudar en África. De adolescente
sentí la
llamada a ser salesiano y, una vez finalizada mi
formación,
fui enviado a Abidjan, donde se tenía que poner
en
marcha un proyecto para los chicos más vulnerables.
¿Siempre
se ha implicado en proyectos con los jóvenes?
— Desde
que llegué a Costa de Marfil, en 1992. Siempre he trabajado
con
chicos de la calle, no escolarizados, de medios sociales
pobres...
Actualmente mi sueño es acabar de poner en marcha el proyecto educativo
de
nuestra presencia salesiana en Nongo, un barrio periférico de Conakry; incluye
animación
sociocultural,
reinserción escolar para niños y niñas de diez a trece años no escolarizados en
la infancia, y de alfabetización para jóvenes de 15 a 21 años
¿Cuál era la situación cuando usted llegó a Conakry?
— Eramos dos en la comunidad salesiana, no
se había logrado
arrancar el proyecto educativo y había
dudas en cuanto a las posibilidades,
faltaba espacio. Durante un año y medio
abría el ‘patio salesiano’ todas las tardes
y organizaba torneos de fútbol para generar
confianza en los jóvenes
y el barrio. Analizamos la situación de
escolarización y
concluimos que había muchos chavales no
escolarizados, y muchos
jóvenes aprendiendo un oficio pero
analfabetos.
¿La falta de escuelas es el principal problema?
— La no escolarización se debe a varias
causas y las niñas son las
más afectadas por la falta de recursos económicos,
la necesidad
de participar en los trabajos domésticos o
en la actividad económica
de la familia, como el pequeño comercio o
el secado
de pescado...., Eso dificulta su
escolarización. Pero también el
fracaso escolar prematuro o la escolarización
precaria son causas
de abandono o de retrasos, chicos con cinco
años de escuela
que apenas se expresan en francés o saben
leer y escribir.
¿Es difícil cambiar esa inercia?
— Es muy importante el seguimiento social y
la sensibilización
para llegar a romper los círculos viciosos
que excluyen a los niños
de la escuela. El trabajo social también
nos ayuda a superar
prejuicios respecto a la sinceridad de
educar, respetando
la opción religiosa de la familia.
¿Cómo se vive la religión en esta zona del mundo?
— Como en otros pueblos de África, la
religión es una evidencia.
Dios no es un presupuesto metafísico o una
posibilidad, sino
una realidad. La gran mayoría de la
población es musulmana.
También existe una comunidad cristiana
importante,
mayoritariamente católica, y la Iglesia
anglicana está bien implantada.
La religión impregna la vida social y
cultural del país,
sin que sea una causa de división entre las
confesiones. Hay
un gran respeto hacia la persona creyente y
sus representantes.
Supongo que también por su ayuda a la
población...
— Los líderes religiosos musulmanes y
cristianos son un recurso
humano imprescindible para generar cohesión
social y realizar
el trabajo de reconciliación necesario en
este país, que ha
sufrido y sigue sufriendo tensiones políticas.
La antiguaGuinea francesa padeció durante
25 años la dictadura
de Sekou Touré y en 2010 Alpha Condé se
convirtió en el primer
presidente electo desde que el país obtuvo
la independencia en 1958.
En la actualidad la situación política es
tensa, la transición no ha
concluido, y los jóvenes –explica XecMarqués-,
sueñan con salir al
extranjero. Pero cada dos o tres meses,
llegan al aeropuerto de
Conakry aviones de emigrantes expulsados de
países europeos.
¿Cuándo se instalaron los salesianos en la región?
— Hace 25 años, para hacerse cargo de una
escuela de formación
profesional en el norte del país y una
imprenta en Conakry.
En 10 años restituimos la imprentaa la
iglesia local y nos vinimos
a Nongo, en la periferia de la capital,
para implantar una
obra educativa orientada a la infancia y la
juventud.
¿Cómo era la Guinea que se encontraron?
— Después de la independencia, el primer
presidente, Sekou
Touré, intentó la emergencia de una iglesia
nacional, expulsando
a todos los agentes pastorales europeos y
americanos, y encarcelando
al obispo de Conakry durante nueve años. A
su muerte,
su sucesor planteó un recurso a la Iglesia
católica para retomar
la acción social y educativa.
¿Qué apoyo recibe su proyecto desde España?
— Con el apoyo técnico de la ONG Vols hemos
acabado y
equipado las instalaciones. En cuanto
dispusimos de alguna sala
empezamos con la alfabetización y la
reinserción escolar. Este
año queremos consolidar el equipo de
animadores y organizar
grupos de estudio, lectura, danza, teatro y
deporte.
Vols es una organización del entorno
salesiano de Catalunya,
Aragón y Balears y es la entidad que
gestiona nuestros grandes proyectos.
Tenemos ayudas de varios ayuntamientos y
para el proyecto
educativo interviene el Fons Menorquí de
Cooperació. También
mantengo relación con el SecretariadoDiocesanodeMisiones
y, sobre todo en Ciutadella, hay personas
que desde siempre
siguen con afecto mi trabajo y me ayudan
económicamente.
¿Se resiente la cooperación de la crisis económica?
— Sí, un ejemplo es el enorme retraso en
las subvenciones de la
Administración; organismos como el Fons
sufren los recortes y
disminuyen su capacidad de financiar.
La crisis se manifiesta también en la
reconversión de la
cooperación en proyectos que buscan más la
influencia comercial
del Norte que el desarrollo sostenible del
Sur. Pero lo más
grave es que Guinea, con unos enormes
recursos en materias
primas, sea víctima de las causas de la
crisis, el enorme poder de
vender, y al mismo tiempo víctima de sus
consecuencias, el poco
valor que esos capitales dan al trabajo, al
obrero, al desarrollo
social y cultural.
Para mí esta es la manifestación más grave
de la crisis, pero también
puede ser el lugar de encuentro de los que
creen en otro tipo
de economía y sociedad.
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