Praedicate Evangelium, una Iglesia más misionera
(Foto de Vatican News)
OMPRESS-ROMA (6-06-22)
Ayer, Domingo de Pentecostés, entraba en vigor la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que plasma la reforma de la Curia Romana querida por el Papa Francisco y en la que el Dicasterio para la Evangelización ocupa el lugar preferente y está sometida directamente al mismo Santo Padre. Promulgada el 19 de marzo, Praedicate Evangelium plasma un proyecto de reforma interna impulsado por el Papa, ayudado por un consejo consultivo de cardenales, que representaban a los cinco continentes.
La nueva constitución apostólica propone una Curia romana más atenta a la vida de la Iglesia católica en el mundo y en la sociedad, y no tan centrada a la gestión interna de los asuntos vaticanos. Se simplifica, poniendo fin a la distinción entre Congregaciones y Consejos Pontificios, adoptando los diversos “ministerios” de la Santa Sede el nombre de dicasterios. A través de los 250 artículos de esta constitución propone una estructura más misionera, al servicio de las diócesis de todo el mundo.
La relevancia dada a la conversión misionera se palpa en la importancia otorgada al Dicasterio para la Evangelización, el primero en orden, pero también quizá en estructura e importancia, por cuanto no tendrá “prefecto” o responsable nombrado, porque “está presidido directamente por el Romano Pontífice”, sin que esta circunstancia tenga lugar en ninguno de los otros 15 dicasterios. Está “al servicio de la obra de evangelización”, dice el artículo 53, “para que Cristo, luz de las gentes, sea conocido y testimoniado en palabras y obras y se edifique Su Cuerpo místico, que es la Iglesia”. Tiene dos secciones, una dedicada a las cuestiones fundamentales de la evangelización del mundo, y otra para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares en los territorios de su competencia. Es esta segunda sección la que, por sus funciones, integra a la antigua Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la benemérita Propaganga Fide, fundada, precisamente este año, hace cuatro siglos y que fue la base de un verdadero impulso misionero.
La primera sección tendrá como competencias las cuestiones fundamentales de la evangelización y del desarrollo de un eficaz anuncio del Evangelio, el apoyo a la inculturación del mismo, la promoción de la piedad popular y de los Santuarios internacionales, la promoción de la dignidad humana y de la libertad religiosa y, sobre todo, las competencias de catequesis, impulsando la toma de conciencia de cada miembro del pueblo de Dios, como discípulo-misionero, que ha de colaborar “en la obra misionera con la vida cotidiana, mediante la oración, el testimonio y las obras”.
La sección segunda, para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares, “sostiene el anuncio del Evangelio y la profundización de la vida de fe en los territorios de primera evangelización y se encarga de todo cuanto concierne tanto a la erección de circunscripciones eclesiásticas y sus modificaciones, como a su provisión y asume otras competencia análogamente a cuanto el dicasterio para los obispos cumple en el ámbito de su competencia”. No ha de olvidar el suscitar vocaciones misioneras, promover el intercambio de experiencia dentro de las nuevas Iglesias particulares y con las erigidas hace más tiempo, integrando a estas nuevas Iglesias y animando a las otras a su “sostenimiento solidario y fraterno”. Para ello el dicasterio cuenta con las Obras Misionales Pontificias, “como instrumentos de promoción de la responsabilidad misionera de todo bautizado y para el sostenimiento de las nuevas Iglesias particulares”. El presidente de las Obras Misionales Pontificias será el encargado de gestionar “los subsidios económicos destinados a la cooperación misionera”, para lo que contará con una oficina especial, con la obligación de informar a la Secretaría para la economía.
OMPRESS-ROMA (6-06-22)
Ayer, Domingo de Pentecostés, entraba en vigor la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que plasma la reforma de la Curia Romana querida por el Papa Francisco y en la que el Dicasterio para la Evangelización ocupa el lugar preferente y está sometida directamente al mismo Santo Padre. Promulgada el 19 de marzo, Praedicate Evangelium plasma un proyecto de reforma interna impulsado por el Papa, ayudado por un consejo consultivo de cardenales, que representaban a los cinco continentes.
La nueva constitución apostólica propone una Curia romana más atenta a la vida de la Iglesia católica en el mundo y en la sociedad, y no tan centrada a la gestión interna de los asuntos vaticanos. Se simplifica, poniendo fin a la distinción entre Congregaciones y Consejos Pontificios, adoptando los diversos “ministerios” de la Santa Sede el nombre de dicasterios. A través de los 250 artículos de esta constitución propone una estructura más misionera, al servicio de las diócesis de todo el mundo.
La relevancia dada a la conversión misionera se palpa en la importancia otorgada al Dicasterio para la Evangelización, el primero en orden, pero también quizá en estructura e importancia, por cuanto no tendrá “prefecto” o responsable nombrado, porque “está presidido directamente por el Romano Pontífice”, sin que esta circunstancia tenga lugar en ninguno de los otros 15 dicasterios. Está “al servicio de la obra de evangelización”, dice el artículo 53, “para que Cristo, luz de las gentes, sea conocido y testimoniado en palabras y obras y se edifique Su Cuerpo místico, que es la Iglesia”. Tiene dos secciones, una dedicada a las cuestiones fundamentales de la evangelización del mundo, y otra para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares en los territorios de su competencia. Es esta segunda sección la que, por sus funciones, integra a la antigua Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la benemérita Propaganga Fide, fundada, precisamente este año, hace cuatro siglos y que fue la base de un verdadero impulso misionero.
La primera sección tendrá como competencias las cuestiones fundamentales de la evangelización y del desarrollo de un eficaz anuncio del Evangelio, el apoyo a la inculturación del mismo, la promoción de la piedad popular y de los Santuarios internacionales, la promoción de la dignidad humana y de la libertad religiosa y, sobre todo, las competencias de catequesis, impulsando la toma de conciencia de cada miembro del pueblo de Dios, como discípulo-misionero, que ha de colaborar “en la obra misionera con la vida cotidiana, mediante la oración, el testimonio y las obras”.
La sección segunda, para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares, “sostiene el anuncio del Evangelio y la profundización de la vida de fe en los territorios de primera evangelización y se encarga de todo cuanto concierne tanto a la erección de circunscripciones eclesiásticas y sus modificaciones, como a su provisión y asume otras competencia análogamente a cuanto el dicasterio para los obispos cumple en el ámbito de su competencia”. No ha de olvidar el suscitar vocaciones misioneras, promover el intercambio de experiencia dentro de las nuevas Iglesias particulares y con las erigidas hace más tiempo, integrando a estas nuevas Iglesias y animando a las otras a su “sostenimiento solidario y fraterno”. Para ello el dicasterio cuenta con las Obras Misionales Pontificias, “como instrumentos de promoción de la responsabilidad misionera de todo bautizado y para el sostenimiento de las nuevas Iglesias particulares”. El presidente de las Obras Misionales Pontificias será el encargado de gestionar “los subsidios económicos destinados a la cooperación misionera”, para lo que contará con una oficina especial, con la obligación de informar a la Secretaría para la economía.
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