San Pedro Sula es la capital
industrial de Honduras. Aquí se produce el 63% del producto interior
bruto del país. El crecimiento de la población ha sido espectacular. A
mediados del siglo pasado apenas tenía 20.000 habitantes. Hoy la
población supera el millón y medio de personas. En 1966 llegaban desde
España, los Misioneros Claretianos para hacerse cargo de la atención
pastoral de todo el departamento de Atlántida, en la costa norte.
En San Pedro Sula llevan más de 40 años acompañando a los más pobres y
defendiendo la vida. Actualmente atienden dos parroquias en el sector
más complicado de la ciudad, en La Rivera Hernández. Un barrio marcado
por la violencia. La parroquia Corazón de María ha centralizado su obra
social dentro de un complejo donde han puesto en marcha varios proyectos
educativos y sanitarios: una guardería, un centro de preescolar,
talleres de formación profesional, un dispensario médico con laboratorio
y farmacia además de varios proyectos para la atención de personas
mayores. El compromiso de la ong PROCLADE
es uno de los pilares en los que se sostiene la promoción claretiana
para el desarrollo en este barrio. Y junto a PROCLADE, la inmensa y
valiente labor de los voluntarios. La comunidad de misioneros
claretianos atiende una parroquia de 120.000 habitantes. Celebran misas
en 15 iglesias y acompañan a más de cien comunidades eclesiales de base.
Es como si toda la diócesis de Segovia fuese atendida sólo por dos
curas. El papel de los laicos es muy importante. En este contexto de
violencia y muerte, de amenazas y extorsiones, no es extraño que algunos
opten por irse de la parroquia. Pero también hay un grupo que se ha
encontrado su fuerza en la eucaristía y desafía el terror callejero
anunciando el Evangelio de la Vida.
Prevención
“Paso
a Paso” es un programa socioeducativo de prevención para niños y niñas
de entre 6 y 16 años en horario de mañana y de tarde. La ong española
PROCLADE es la que hace posible que “Paso a Paso” siga funcionando. El
último año destinó 13.500 euros para la prevención del riesgo social
al que están expuestos los niños del barrio. Gracias al funcionamiento
de este servicio, los menores y sus familias encuentran alternativas al
alcohol, las drogas, la delincuencia, la prostitución, la desintegración
familiar, el fracaso escolar, la violencia y, sobre todo, la
pobreza. Fundación PROCLADE financia este proyecto que ofrece a los
menores un espacio de ocio, un apoyo educativo complementario, formación
en valores y una comida diaria.
Los
vecinos de la Rivera Hernández, incluyendo las "maras" formadas por
jóvenes pandilleros, sienten el proyecto como algo propio. El plan
pedagógico de “Paso a paso” pretenden aportar a los niños y niñas la
educación que la escuela no les proporciona. Para ello se les apoya en
el estudio con clases de refuerzo. Algunos de los menores no van a la
escuela. En estos casos los educadores se ponen en contacto con el
colegio y con las familias de los niños para animar a todas las partes a
que escolaricen a los menores. El centro no es ajeno a la situación de
violencia generada por las pandillas juveniles. Las consecuencias de las
guerras entre “maras” por el control de las calles genera muerte y
dolor. Por cada persona asesinada se calcula que hay doscientas que
sufren el duelo por la pérdida.
Testimonios
Las
víctimas de la violencia (dos madres que acaban de enterrar a sus hijos
asesinados), los vecinos (jóvenes y mujeres que han puesto en marcha
las Jornadas en Defensa de la Vida) y el párroco (el claretiano español
Cándido Sanza) explican cómo se vive en el barrio con más asesinatos del
mundo. El obispo de San Pedro Sula, el burgalés Ángel Garachana,
analiza la situación de violencia que vive su diócesis y explica cómo
puso en marcha, hace ya doce años, este proyecto de "Paso a paso" con la
ayuda de dos jóvenes misioneros laicos españoles: Óscar y Silvia. Ellos
son los que nos cuentan el día a día del proyecto y narran, en primera
persona, cómo viven su fe en un contexto tan complicado donde la vida
está constantemente en peligro.
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